domingo, 5 de diciembre de 2010

Esa mañana. Me desperté con el ensordecedor sonido de mi despertador. Viernes. Debería de estar feliz. Pero, no. Me levante de la cama con la vista borrosa y con una cara que seguramente no quería ver, me puse las zapatillas de estar por casa, y sin aun haber abierto los ojos fui al baño, me lave la cara, y directamente sin alzar siquiera la vista al espejo, me la seque, no quería verme esa mañana, esa mañana, no.
Me vestí, con lo primero que vi en el armario, y tan siquiera quise saber si quedaba bien, me puse la mochila y los auriculares de mi Mp3, y esta vez si escogí, escogí la primera canción melancólica que encontré.
Después me apresure a la puerta principal, y de ahí al instituto..
No tenia ganas de ver a nadie, no tenia ganas de ver a mis amigas y contarles mi vida, ni siquiera de que me contasen la suya.. y mucho menos tenia ganas de ver a Aaron, o Blake.
Mientras corría para no esperar al semáforo mas largo de todo mi barrio, pensé, y pensé mas segura que nunca.. que me quería ir, que no sabia si hoy mañana o al otro, pero tenia que escapar a un lugar donde no me molestase nadie, tan tranquilo como para poder oír los pájaros cantar al abrir la ventana, ese lugar donde, por la mañana no te despierta el sonido de un horrible "pi,pi,pi,pi" sino el agradable cantar de un gallo. Decidí retroceder 4 pasos hacia atrás, media vuelta hacia mi derecha, otros seiscientos trenta y tres pasos hacia delante, y si, salto la valla, tres pasos mas, ya casi estoy, esa roca, cogi el cuaderno entre los matorrales y me puse a escribir, como adoraba aquel lugar.

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