viernes, 21 de enero de 2011


Me quede asombrada, lave mi cara para despejarme y conseguir comprender mejor, introduci mi mano en el agua cristalina, era suave, en aquel lugar se respiraba tranquilidad, el lago emanaba calma, los árboles también…
De pronto vi a una niña, llevaba pelo por pelo perfectamente peinado, estos, caían entrelazados sobre su espalda excepto uno de sus mechones mas rubios, que aparecía rebelde atravesando su rostro. Me quede tan asombrada mirando la belleza de aquella muchacha que paso junto a mi y no fui capaz de pronunciar palabra, la niña se acerco al lago y deshizo el lazo perfectamente lazado de su precioso vestido, aquel vestido parecía sacado de una película de época, las mangas y una pequeña parte del pecho estaban tejidas con tela blanca, continuaba con un corsé azul bien ceñido hasta llegar a la cadera, donde un explosivo estampado de flores de muchos azules diferentes caía hasta el suelo en el cual ondeaba con sus andares.
Me quise acercar a saludarle, tal vez ella supiese donde me encontraba y como regresar, pero antes de que pudiese alcanzar a estar tan solo a tres metros de ella, me miro, lazo de nuevo su vestido y echo a correr.
Perpleja, caí sentada en una pequeña roca cubierta de musgo, no comprendía nada, me lleve las manos a la cabeza, y una vez más intente entender que era lo que había pasado y como había podido suceder, ¿por que esa extraña luz (si se le podía llamar así) me había agarrado? ¿ por que ya, no llevaba mi ropa?, ¿por que? ¿Por que?, el por que de todos mis problemas, una ayuda, algo que me ayudara a asimilar.
Me recordaba todo un poco a “Alicia en el país de las maravillas” solo tenia un problema, que yo no tenia conejo ¿donde estaba?
Cerré los ojos e imagine al conejo, imagine que venia a donde yo me encontraba sentada,  me olisqueaba los pies, y acto seguido me llevaba de vuelta a casa amarrándome la mano, pero destruí mis sueños, estaba claro que no iba a aparecer ningún conejo, pero tampoco me podía quedar allí sentada el resto de mis días, abrí los ojos, extendí la mano y alcance a agarrarme a la rama de un árbol para poder levantarme, sacudí mi vestido con un leve movimiento y empecé a caminar, no lograba recordar que rumbo había tomado la niña, por lo que camine sin pensar, esquive los árboles…y, esquivando el ultimo de ellos conseguí ver, a contraluz, una bonita campa de margaritas.